domingo, 26 de julio de 2009

Cartas de Verano, II. El Pueblo




Volver al principio, "rewind" o caminar hacia el final, "lets go". Dicen que cuando te vas a morir pasa tu vida delante de ti en cinemascope y a toda leche. Allí comenzó la cosa. La gente, en verano, vuelve a su pueblo. Y cada vez más gente quiere que todo el año sea verano.
Desclavas del horizonte los edificios que lo tapan y aparece el amanecer. Le quitas los olores alrededor y te queda un "bouquet" fresco de hierba nueva y plaza mayor. Stop al "correcorrequetepillo" de cada mañana. El único ceño que queda es el del que mira el tiempo pasar y no se inmuta.
A veces me pregunto si esos objetos perpetuos pudieran hablar, a pesar de su herrumbre, o el árbol, o la espadaña. Más de dos escalones no se pueden subir en la horizontalidad. La gente más vieja incluso que las cosas goza de muy buena salud, incluso los que ya han muerto gozan de muy buena salud, más incluso que la de los muertos de la ciudad, que éstos acaban muriendo en la memoria en cuando se cubre su hueco.
La gente vuelve al pueblo y se dividen en dos: los que quisieran quedarse y los que se quedan. Aquéllos quieren la prejubilación o la primitiva. Éstos, que quizá ya tengan alguna de las dos u otras, enjablegan las casas, estrenan rejas, fundan bodegas en el sótano como un reducto uterino, en remembranza de la madre que nos parió. Y entonces se inicia la búsqueda hacia atrás, se quiere encontrar en la memoria la cualidad de lo que falta ahora. El paladar se satisface con los gustos de lo añejo.
La emigración ahora es inmigrante y el regreso es una intentona de la vuelta definitiva. En los pueblos le han quitado los corchetes al reloj y las horas vienen a significar distinto porque no se conmputan unitariamente: antes y después del almuerzo, que son dos horas, pero duran varias; antes y después de la siesta, que lo mismo. Antes y después de misa. Antes y después del madrugón.
Y espacialmente, lo mismo: delante o detrás de la plaza, delante o detrás de la era y, en fin, delante y detrás del cementerio: delante, los que andamos despejando incógnitas todo el año. Detrás, los que se pasaron de largo. En el cementerio, donde nos andan esperando quienes se quedaron en la frontera, la tierra de promisión de los urbanitas de vuelta de todos los excesos, de la última crisis, del último apretón: la tierra natal, la vuelta al pueblín.

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