martes, 25 de noviembre de 2008

Cuento de Navidad



Nos enfrentamos a la prueba del nueve de la crisis: la navidad. Con una disyuntiva: que la crisis sea tan profunda que ni en esta época reaccione la gente o que, por el contrario, como en las guerras, haya tregua por nochebuena y gastemos como suele hacerse (menos que más, pero gastemos). De una u otra forma será el corolario del año más difícil, uno de los más complicados en decenios y en el que más sorpresas estamos recibiendo.
Ya la del año pasado fue una campaña navideña mustia, pero aguantó, más o menos. La gente frenó y se veía en el ceño que poníamos todos al darle a la tarjeta de crédito, una cierta tristeza. “No hay alegría” se decía. Pero, en fin, ahí quedaba. Ahora, por el contrario, lo que hay es amargura, largas colas en el paro, largos tiempos de impagados, largas restricciones en el crédito. Albergamos, sin embargo, la esperanza de que la crisis no esté siendo tan profunda que haya incluso llegado a apiolar la semilla de la Navidad.
Pero, en ese camino pedagógico que algunos nos hemos marcado para que cuando se acabe esto al menos hayamos sacado algo en claro, deberíamos reconocer que de la simiente de las navidades precedentes nació la semilla de las fatalidades presentes. A saber: inflación desmedida, consumo atolondrado, rebajas tasadas, pocas calidades y muchas desmesuras. La selva amazónica de hiperprecios y desorden en la que hemos acabado perdiéndonos.
Ese modelo ha causado el presente momento: de repente, todo el tiempo fue “navidad”, en el sentido de que había que comprar -al precio que fuera- por comprar, sin mirar si el valor de lo adquirido correspondía a su precio; desgastar la tarjeta como fuera, haciendo de ella el centro del universo, abandonando otros valores, antes más relevantes (ahora, por cierto, más nítidos, apagados los destellos del becerro dorado que nos impedían ver el perfil de las cosas).
Navidad desordenada todo el tiempo, ahora una interminable cuesta de enero en febrero, marzo, septiembre, octubre... Moraleja: cuando termine este calvario no tendríamos que olvidar las lecciones adquiridas: respetemos los precios, recuperemos el valor. Nada debería crecer tan ilimitadamente como hasta ahora. Si tenemos una navidad tenue, podremos sacar conclusiones para que la próxima sea más clara. Pero, ¡ay! si, encima, tuviéramos de nuevo una campaña onerosa, sería señal de que no habríamos aprendido nada y que lo peor de nuestras vicisitudes todavía estaría por llegar. Permanecemos atentos.

(Publicado en Negocio Cyl)

3 comentarios:

  1. TE AGRADEZCO POR EL ANALISIS QUE HACES DE LA SITUACION ACTUAL PARA QUE PONGÁMOS LOS PIES EN LA TIERRA Y CUIDEMOS EL DINERO.DICEN EL DICHO "MAS VALE PREVENIR QUE LAMENTAR"

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  2. AGRADESCO A DIOS POR ESTA NAVIDAD POR UN AÑOS MAS DE VIDA Y UNA FAMILIA Y UNOS AMIGO QUE ME QUIERE Y ME CUIDA Y ME VALORAS Y POR LOS QUE SOY Y LO QUE TENGO QUE NUESTRA AMISTAD DURE PARA SIEMPRE.

    FELIZ NAVIDAD PARA TODO EL MUNDO Y PROSPERO AÑOS NUEVOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOOO.

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  3. FELIZ NAVIDAD A TODOS LOS NIÑOS DEL PERU YA QUE ELLOS DAN ALEGRIA CADA DIA Y MUESTRAN SU SONRISA TAN DULCE.
    PAZ Y ARMONIA EN ESTAS FIESTAS NAVIDEÑAS.

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