jueves, 16 de octubre de 2008

Volver a Monzón



Mañana, la Mesa de las Cortes celebra una reunión cuya relevancia no es el qué sino el dónde, en Monzón de Campos, esa localidad de nuestra Palencia cuyo castillo acabó siendo el útero matricial de nuestra autonomía. No sin cierto entusiasmo épico (y renuncia a la comodidad, para qué vamos a engañarnos) los padres de la Comunidad establecieron en él su base de operaciones para la constitución del Consejo General de Castilla y León, embrión del autogobierno. Corría el año 1978 y las Diputaciones brujuleaban en la forma en que podían darle al régimen autonómico, hasta que dieron con la figura que refiero.
En julio del año 1978 y Reol Tejada, recientemente fallecido, resultó elegido primer presidente de dicho Consejo. Desde las almenas de su lozano castillo se entreveía entonces una región más atávica, inserta en un localismo periférico de toma pan y moja; andaban los campos con utillajes arcaicos y las gentes con esa resignación marca de la casa y un aire de fin de ciclo que presagiaba cambios profundos. Recuerdo que tenía entonces Monzón un entusiasmo vital y remolachero que hoy ha perdido. Ahora, se ancla a un lado de la carretera por la que ya no se pasa pensando qué hacer de su futuro iluminada por los neones de la madrugada, de siete a tres y de domingo a lunes.
Recuerdo aquellas reuniones por aquellos pasillos, con la gente fumando en cada centímetro cuadrado, cuando quienes participaban en ellas no tenían demasiada idea de para qué estaban allí pero algo se cocía y quienes dábamos fe, estrenábamos en un tiempo nuevo, nuevos formatos, maneras distintas de llamar a las cosas. Tenía antaño cinco mil millones de las antiguas, cuando hogaño son un billón y medio y, aunque no daba ni para pipas, sirvió para sentar las bases de lo que ahora protagoniza a diario nuestra cotidianeidad.
Fue en Monzón, en el Castillo al que mañana vuelven los próceres de la mano de Fernández Santiago para echar un parlao con los fantasmas que por allí sigan, a ver cómo les va la cosa, qué tal se vive en un tiempo del que sólo quedan ellos. Bueno, ellos y la necesidad de recordar los orígenes para mantenernos siempre jóvenes.

(Publicado en los periódicos de Promecal Castilla y León)

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