jueves, 9 de octubre de 2008

El factor


Desaparecen los factores de las estaciones palentinas. Unos treinta empleados de Monzón, Frómista, Herrera de Pisuerga otras cuantos pueblos cambiarán de trabajo porque ahora, los automatismos, permiten que el pasajero llegue a la estación, tome su tren y ni rita se cosque.
¡Qué tiempos aquellos en al tren lo recibía un tipo con gorra, guerrera de las de paño bueno, un pito de sonido punzante y un artefacto en la mano que para sí hubiera querido el cayado de Moisés mandar lo que mandaba ese chisme. Yo me acuerdo, de pequeño, de ir a Frómista a tomar el “chispa” que venía de Santander. Tú subías la cuesta y al fondo, la estación. De repente, de lejos, se bamboleaba el tren sobre la curva peraltada de las vías y ya aparecía el señor aquél con sus pertrechos. Citaba, templaba, mandaba parar al tren y el cacharro se detenía.
Subíamos, arrimábamos las maletas y, firme como un beefeater, autoritario como un maestroescuela de los de entonces y sereno como un verdugo, acomodaba el silbato, levantaba el brazo, chiflaba y en marcha. “Pa” Palencia. Siempre me impresionó la autoridad de esta gente. Como la de los que iban dentro del tren picando los billetes. Eran de cartoncillo, con los números impresos en azul mecanizado por una máquina especial que los dispensaba.
Paseaba el tipo por el pasillo como Eastwood en “Harry el Sucio”. Tenía una cartera mediana y unas tenacillas. Le dabas el billete. Los miraba. Te miraba. Vacilaba y le cascaba un agujero al boleto. Respirabas tranquilo cuando se iba, aunque a veces te daban ganas de preguntarle si le dolía el estómago o cuándo quedó mudo.
Ahora los trenes serán automáticos, los moverá el gran hermano informático desde un ignoto lugar, llegará uno a la estación y, como en el carrefour, autoservicio: coges el tren y te metes. Se para sólo, arranca sólo, juan palomo para todos, puerta, camino y el viti.Me gustan los trenes, me gusta la modernidad pero me gusta recordar aquellos tiempos en que éramos felices e indocumentados, cuando los factores de la Renfe hacían lo que acabo de contar y no lo que van a hacer ahora: pasar a la historia. No es melancolía pero sí una cierta nostalgia, qué quieren.


(Publicado en los periódicos de Promecal)

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