El otro día me quedé pasmado cuando, al leer el "Diario de Burgos" vi las fotografías de la marcha de las obras del nuevo Hospital de Burgos, tan reciente como teníamos en la memoria su nacimiento. Pero conocido el último episodio del nuevo Hospital de Valladolid, en el que ha habido que derruir parte de lo ya construido en cocinas antes de su inauguración, la sorpresa se convirtió en pasmo. Lo que algunos, fundamentalmente el PSOE de Villalba, se empeñaron en presentar como un producto del capitalismo feroz de rostro atroz ha resultado ser de lo más eficaz.
Aún no hay fecha fetén para la inauguración del Río Ortega new, pero sí su cronograma: el proyecto data de mediados de los noventa, antiguo, por lo tanto; la adjudicación de las obras, de 1998 y un decenio después, transcurridos dos años de la fecha prevista para la rotura de aguas, sigue la gestación, los modificados, los retrasos, las descoordinaciones y las milongas.
En Burgos, el proyecto, equivalente a la erección de 2500 pisos, que se dice pronto, la obra se entrega el año que viene y, tras equiparlo, se inaugura el siguiente, dentro de los plazos, en tiempo récord. Los modificados que tardan quince meses en el de Valladolid se resuelven en quince días en Burgos, las tramitaciones se gestionan con criterios de eficacia no de burocracia y todo ello, condimentado por algo que constituye un activo: el silencio.