jueves, 23 de julio de 2009

Cartas de Verano, I. El Paro

Dramáticamente se ha convertido en el protagonista, condicionante de millones de vidas, amenazante de toda una generación, la gran espada de Damocles: el paro. Y este verano, para los parados, la forma de pasar las vacaciones: pensando en que desde que se quedaron en paro, están de permiso, de puñetero permiso. Temiendo que cuando pase el verano, tampoco haya faena. Dándose vacaciones como desempleados porque ahora ni las puertas se abren para pedir quehacer y recelando que en septiembre las cosas estén peor. No hay quien duerma y (no precisamente por culpa del calor).
Va a ser el verano del paro. Ni siquiera el sector turístico reacciona, desfondado por la deserción de los turistas británicos y germanos, atropellado en la encrucijada de cómo crecer y qué cambiar para sobrevivir. Paro en el turismo, sueldos a la baja: paro. Y cuando te preguntas por qué y alguien te dice que todo empezó con las "subprime" miras hacia ti mismo y te dices eso de a mí qué coño me importa. Y es verdad, en cierto modo. Tampoco importa que cuando firmaste la hipotece nadie te dijera que el "euribor +..." podía subir mucho, tánto que podrías no poder pagar el recibo de la casa o teniendo que retirar infinitos gastos para poder hacerlo.
Y paro sobre paro, para aquéllos que acaban de terminar su carrera, tantas noches de insomnio, tanto esfuerzo materializado para acabar tieso sin quehacer. Ayer, el CIS no lo pudo decir más claro: este es el principal patrio y preocupa mucho a más del 70% de los ciudadanos. Y condiciona la vida del que le toca, de su familia, y, aunque no, siempre, hay un cuñado, o un primo, o el vecino ése que lo han echado y desde entonces anda tristón y lelo.
Puede que algún día los políticos empiecen a decirle la verdad a los parados, puede incluso que los sindicatos suplan sus exangües argumentos por otros más actualizados y aptos en lugar de tanta antigualla verbal. Seguramente necesitaremos empresarios más responsables de su papel, conscientes de la prima de riesgo que deben asumir y menos pendientes de hacer el primo. Pero mientras, esta primera carta del verano va para aquéllos que trabajan en buscar trabajo y ni siquiera les luce: este es vuestro verano, maldita sea, y ójala que el próximo, podamos recordar lo ocurrido como un mal sueño no de una, sino de infinitas noches de este maldito verano.




(Publicado en los periódicos de Promecal)

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