martes, 9 de septiembre de 2008

Santa Rita y Santo Tomás


Y reventó Lagunair. Esta aventura se deshace como un azucarillo. Los afanes de constructores leoneses, aderezado con un poquito de victimismo leonesiste y la descompensación de los costes, fruto de la situación internacional lo hacen posible. En estas circunstancias, es difícil que una compañía regional como esta, surgida al calor de intereses momentáneos, tenga chance para seguir en pie. Tarde o tempano, caerá: por su tamaño o por sus enfermedades, pero caerá.
Hay precendentes: durante años, el consorcio del Aeropuerto de Valladolid subvencionó vuelos de la compañía Portugalia desde Villanubla al país luso hasta que el coste del subsidio se puso en evidencia y hubo que cortarlo. Ahora es León. Y mañana, no sabemos. Pero queda claro que la mera inyección de subvenciones "ad libitum" antes que propiciar negocio tiende a enmascarar la realidad de actividades que luego pueden ser rentables o no.
Se calcula en 50 euros la repercusión de las subvenciones en cada pasajero. Es como si cada contribuyente pagara otro billete pero sin viajar. ¿Para qué? Un ciudadano de Soria o de Zamora con sus impuestos regionales y, particularmente, uno del Bierzo o de la Maragatería, renuncia a parte del dinero que le sacan de la renta, del iva o de las transmisiones patrimoniales y le paga el asiento a un ciudadano de Oviedo o de Santiago de Compostela para que vuelen a alguna ciudad de España.

Juan Vicente Herrera ha tenido una reacción iracunda, pero en absoluto divergente de la que cualquier ciudadano que viera cómo paga para que otros viajen y encima los responsables de la empresa se disfrazan de plañideras arrojando lágrimas de cocodrilo. Se le pone a uno en el bolsillo una inquietud tan desabrida que ganas nos dan de objetar fiscalmente en la parte alicuota que nos toca de los aviones.
Santa Rita nos vino a aleccionar sobre que lo que se da no se quita y, ciertamente, parece que las administraciones han respondido sobradamente con las obligaciones adquiridas. Pero Santo Tomás nos advierte de que, como éstas, una y no más, y, en este caso, habría que agradecerle a los gestores de Lagunair que nos recuerden con los hechos (e involuntariamente) que en el mundo de la empresa, las administraciones públicas han de ser como las comadronas: acompañando en el parto, dos palmadillas, limpiar el niño, y partir de ahí, el bebé lo deben cuidar su padre y su madre. Pedir más sería como hacer responsable a la matrona de que el bebé acabe en la droga. Verbigracia, un despropósito.
Lo de Lagunair es una crisis del modelo de crecimiento, no del momento. Por lo tanto, que cada palo aguante su vela y, particularmente, los socios de la empresa: que amplien capital o la cierren. De lo contrario, entre Santa Rita y Santo Tomás van a conseguir que este proyecto de altos vuelos nos salga a los ciudadanos por un pico. Y no estamos pa fiestas.
(Publicado en Negocio Castilla y León)

1 comentario:

  1. Me parece muy bien eso de los 50 euros aunque no estoy de acuerdo con usted que sea para gente de zaragoza. Los usuarios de Lagun air son mayoritariamente Leoneses y Castellanos. Respecto a la renuncia del dinero que nos sacan de la renta y del iva, me gustaría que fuera usted mas justo, pues por ejemplo cuando lo hacen para inyectarlo en Renault (empresa francesa) o en empresas que se instalan en el parque tecnológico de Boecillo no dice usted nada. Quizas sería bueno que la Junta de Castilla se planteara ese tipo de subvenciones a todas las empresas, aunque parece que lo que de verdad le duele a usted es que se financie a una empresa de León de cuyo servicio podemos favorecernos todos y que contribuye al desarrollo de una provincia que como bien sabe usted ocupa los ultimos lugares de desarrollo y crecimiento a nivel no sólo autonómico sino nacional

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