martes, 23 de septiembre de 2008

Paz en las Rurales



Fumaron la pipa de la paz las Cajas Rurales de Castilla y León y desistieron de sus procelosos procedimientos judiciales en beneficio de la estabilidad del sistema. Seis años después de los primeros desencuentros, vuelve la calma a un sector que lo último que necesita es bronca. Y ahora, cada cual podrá seguir su camino previo pago de su importe y sin necesidad de considerar que la competencia es hostil sino únicamente eso, competencia.

Las Cajas Rurales no entendieron nunca que la mayor, la del Duero, quisiera emanciparse de la familia y contraer matrimonio. Como la Ligia Elena de la canción se Rubén Blades, se fugó con un trompetista de la vecindad, esta chica de la sociedad de encamó con un “donjuan” llegado del Almería, cargado de encantos y de posibilidades de futuro.

Ya dijimos por entonces que ni tenía sentido negarle a la Caja la posibilidad de redimensionarse ni por ello, perdería calidad el servicio a sus impositores ni a sus socios, los cuales, por cierto, votaron abrumadoramente a favor de la operación, excelentemente pilotada por Millaruelo y Ramírez Arceo (diríase, por cierto, que profética, porque tuvo lugar justo durante el verano de las “subprime”, cuando la financiación se empezó a estrangular hasta hacerse poco menos que imposible).

Ahora, la política pone paz, sobre todo porque para guerra, el mercado se basta él solito y ya hay suficiente ruido alrededor como para andarse con zarandajas. ¿Y ahora qué? Pues tamaño y rigor. Conviene que no confundamos los problemas del liberalismo con los de la industria financiera ni la virtualidad del ejercicio económico fluido con el control de los mecanismos de inversión.

Porque entidades como las Cajas Rurales tendrán que mantener su esencia cambiando su manera de administrarse si esta crisis dura en el tiempo, porque, obviamente, son un blanco fácil para francotiradores y advenedizos. Cajamar y Caja Rural del Duero tuvieron una visión objetiva de un futuro complicado y se unieron para acometerlo juntos y quien entonces no lo vio claro ahora lo reconoce, lo que nos alegra y nos demuestra que en las rurales hay mucho sentido común del bueno, del que da la tierra.

Publicado en Negocio Castilla y León

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