Estoy que no vivo. Temo acabar como Martinsa, (con menos fondo que una lata de anchoas) como a mi padre se le ocurra hacerme la balanza fiscal. Si le da al hombre por echar cuentas de lo que le debo, desde que tomaba el "pelargón" hasta la presente, me declaro en suspensión de pagos, porque tengo una balanza totalmente deficitaria. Como me saque los gastos de la primera comunión y los de la universidad, más un coche que me compró, me hunde.
A mí la balanza fiscal con mi padre me sale negativa, pero tengo un amigo que como se la saque yo, le dejo la despensa más lisa que el culo de un bebé: mi balanza con él es favorable en varias meriendas, perniles y botellas de la ribera, más una cena de cumpleaños que le monté.Algo sacaría para mitigar la ruina si mi padre aprieta. Y como dijo un amigo sevillano de la radio, al que una oyente, cautivada por su voz le pidió un hijo por teléfono: "pues llévate al mayor, que es el que más come", la espetó. Pues eso, si hago la balanza fiscal con mi hija mayor, me sale positiva, entre los gastos de la matrícula, la gasolina del coche, la propina que le atizo y, claro, a sus veinte añitos, aún no me ha facturado un euro, con lo que me sale francamente bien la balanza con la niña.
Y puedo hacer más balanzas fiscales: por amigos, por colegas, por paisanos. La balanza fiscal de los cafés me saldría bastante bien, porque tengo invitados bastantes de ellos, además de una balanza muy buena que me puedo hacer con una compañera del trabajo bien maja a la que siempre le paso páginas webs que encuentro y no le cobro un duro. Así que, en fin, si mi padre ataca con su balanza fiscal conmigo me arruina, pero me pongo ha hacer otras balanzas y a alguno le pongo como a Carpanta.
(artículo dedicado a los idiotas que andan removiendo esto de las balanzas fiscales entre Comunidades Autónomas, moderna manifestación de la hispánica e inveterada costumbre de apostar por quién la tiene más larga. Desde luego, algunos no pueden ser más tontos).
(Publicado el 17 de Julio de 2008)
