martes, 3 de junio de 2008

Junio, el mes de la infamia

Son una expresión de impotencia. Constituyen la más grosera representación de un modelo que, cuando echemos la vista atrás tras su extinción, nos resultará patético. Incluso nos parecería mentira que un día, allá por el mes de junio de 2008, en España, en plena crisis, un gobierno descontara linealmente todas las nóminas 200 euros y luego a plazos otros 200 hasta fin de año. (En España, país que solito aporta 6 décimas al 3,6% de inflación armonizada de la Unión Europea; en el que, por el monocultivo de la construcción, más rápidamente están desintegrándose los factores que aún hoy hacen jactarse a Zapatero, perdidas las regalías de la PAC para el campo y el control de los costes de producción tras años de subidas constantes de los precios).
Nos parecerá mentira: cerca de 6.000 millones de euros para darle una propina a todos, menos a los que menos cobran, mientras a las empresas lo que les hace falta es que les bajen los impuestos, sobremanera a las PYMES; a los autónomos, que les ayuden con una financiación a precios desbocados; a las constructoras, licitaciones urgentes. A los pensionistas, que no les suban la bombona del butano, a los talleres, que la electricidad no desboque su precio justamente ahora.
Es un contrasentido arrojar billetes por la ventana a todo el que pasa por la calle y no darse cuenta que la gente no necesita eso. No han aprendido nada con el fracaso de las subvención de los alquileres cuyo precio se ha disparado, haciendo más gravoso el acceso al nido de quienes no pueden comprar (de qué vale que los precios estén cayendo si la financiación se ha asfixiado). No hay margen para tocar el gasto público, sea porque nadie discutirá la actualización automática de las pensiones y de los sueldos públicos aunque la inflación termine el año en el 5%, o porque nadie le pondrá el cascabel al gato de los impuestos sobre los combustibles, los coches y derivados, a pesar de que el presupuesto de ingresos estaba hecho con un petróleo a 80$ y va por 130$, con la ganancia para el erario público que representa.

Propongo que se establezca por ley que esto no vuelva a ocurrir, que se vete un uso de la naturaleza discrecional de el "ofertón de los 400" y sea tenido por infamia regalar dinero público a troche y moche sin reparar en la idoneidad del reparto, sin previa autorización del Parlamento. Y que sean tenidos por convicto de lesa patria quienes dilapidaren con semejante prodigalidad algo que la gente ha ganado con el sudor de su frente. Políticos populistas, iletrados en la sensible materia económica, palurdos que creen que se puede comprar a la gente por dinero. Comienza junio, el mes de los 400, el de la infamia, y recuerdo ahora la vieja frase de Abraham Lincoln (¡qué envidia¡): "Puedes engañar a todo el mundo algún tiempo; puedes engañar a algunos todo el tiempo. Pero no puedes engañar a todo el mundo todo el tiempo".
(Publicado en "Negocio", 2/6/08)