jueves, 22 de mayo de 2008

La excombatiente

Creo que no se ha destacado lo suficiente el partido de fútbol disputado en La Balastera el domingo, de resultas del cual el Palencia y el Burgos se fueron a Tercera División a consecuencia del único resultado imposible: el empate. La mala estrella del calendario hizo que ambos dependieran del último partido, y que sólo se salvaría el que ganara. Dos equipos, dos provincias, dos facciones, el único resultado perjudicial para ambos: es lo que se dio.

A la hora que escribo, pasada las diez de la noche, lejos de Castilla y León, pegado al ordenador, parece haberse consumado la deserción del PP Vasco de María San Gil, es decir, el abandono de una parte significativa de esta formación política, dejando a Rajoy en una posición compleja.

Ahora resulta que el único resultado imposible para ese partido es como el del domingo en la Balastera, el enfrentamiento filial y tribal que lleva a ambos a la división de los perdedores. Juan Vicente Herrera advirtió ayer que si el Partido Popular no restaña sus heridas corre el peligro de perder cuatro años, es decir, seguir chupando banquillo. Además dijo que todo esto ocurre por los personalismos de algunos.

Es correcto: nada menos agraciado respecto de la ciudadanía que el "yoísmo" en que relevantes dirigentes de esa formación, convenientemente espoleados desde fuera, están esgrimiendo ante los ciudadanos desde que fuera convocado el congreso de Valencia. Nada menos edificante que este ruido de sables intestino que revela que muchos están en esto por el interés propio y no el ajeno.

¿De qué guindo se ha caído ahora María San Gil? Qué pretende, ¿vivir siempre como una excombatiente al estilo de los viejos solidados que sólo viven para chochear de viejas batallas? ¿Sólo ella ha sufrido la tragedia del terrorismo? ¿Es más valiente irse o presentarse como alternativa en el Congreso de su partido?

Tanto cenáculo, tanto cabildeo, tanto ocioso en Madrid, Villa y Corte de estómagos agradecidos y mentes más pendientes de la carroza que del arreo. Ante semejante ofensiva, escondidos tras la maleza tantos caraduras hoy ejemplificados en María, siente uno que al gallego, pobre, le están haciendo una carallada. Ya lo dijo, acertadamente: "Vaya tropa"