martes, 1 de abril de 2008

Los emprendedores, el salvoconducto

Alan Greenspan ha sido, con diferencia, el mandatario económico más influyente de las últimas dos décadas, pasadas al frente de la Reserva Federal de EE.UU (y uno de los responsables de la actual crisis financiera como consecuencia de los bajos tipos de interés, según él mismo reconoce). Acaba de publicarse en España su último libro, con el que resume toda una vida. Copio una de sus frases: "he aprendido a tener un aprecio más hondo si cabe a los mercados libres competitivos como fuerza benefactora". Conviene recordarlo en estos momentos de incertidumbre, en que se diría que muchos están esperando que la solución de la crisis caiga del cielo o del gobierno. En los mercados libres, todos somos activos partícipes y en ellos tenemos que pelear para sacar la cabeza.

Es la hora de echar una hora de trabajo más, de exprimir el ingenio, de buscar nuevas formas de negocio y de comercialización, de estudiar para importar cosas de fuera, de hacer equipos para luchar más fuerte. Y es la hora de los emprendedores. El informe GEM, muy prestigioso, acaba de establecer que cada vez hay más jóvenes emprendedores en España y cada vez están más preparados. Sube el número de los llamados emprendedores nacientes, cada vez son más las mujeres emprendedoras y cada vez menos los estudiantes que, cuando les preguntan qué quieren ser, contestan que funcionarios. El 38% de los nuevos emprendedores tiene de 25 a 34 años y el 26% entre 35 y 44. El capital medio empleado gira en torno a los 80.000 euros.

Vamos a ver: la cosa está difícil y hay que currar, pero está especialmente compleja para los jóvenes. Por eso tenemos varias obligaciones respecto de los emprendedores: subrayar su iniciativa, apoyarles, darles fuerza, es decir, hablar de ellos, traerles a colación, contribuir entre todos a que se sepa lo que hacen, que se consuma lo que venden o producen y que, sobre todo, triunfe un modelo de sociedad basado en la iniciativa y el incentivo.

Leyendo a Greenspan apreciamos lo que ya sabíamos, que es que estas crisis hacen su aparición de cuando en  cuando y suelen ser producto de los excesos, muchas veces consabidos, pero nunca evitados a tiempo. Y también concluimos que sólo esfuerzos colectivos permiten ver la luz al final del túnel. Esta mañana mi brindis va para quienes están montando su empresa, para quienes la acaban de montar y leen esto tomado un café entre reunión, entre entrevista y entrevista con el catálogo bajo el brazo; mis mejores deseos para quienes, al caer la tarde, cuando termina todo, echan cuentas de lo que hemos vendido hoy lo que tenemos que vender mañana. La gente que se la juega frente al banco, que pide dinero hasta al apuntador para construir un proyecto a partir de una idea y darle un nombre y crear empleo. Lo dijo el Evangelio: sois la sal de la tierra.

 

Negocio, 1 de abril de 2008





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